How I Met Your Mother 9x18-“Rally”: Review
Por Alex Crespo
Tras una borrachera descomunal, tal y como el día sucede a la noche, llega la inevitable resaca descomunal. Y si se está en tal estado apenas 10 horas antes de la boda de uno, pues como que hay que empezar a preocuparse. Pero Barney Stinson no es un hombre cualquiera, y sus resacas no son las de un hombre cualquiera. ¿O sí?
El verdadero “rally” de capítulos arranca ahora, porque en apenas un mes, si señores, un mes, veremos la última tanda de episodios de How I Met Your Mother. Repito: la ÚLTIMA tanda. Y a mí me entra un no sé qué, un qué se yo que me va a tener todo marzo en vilo. Porque sí, todos sabemos, y soy el primero en decirlo en estas reviews, que la decadencia de la serie ha sido importante y que debería haber finalizado hace bastante tiempo. Pero aun así, es una serie que, por lo menos para mí, ha formado parte importante de mi vida durante estos años, con unos personajes a los que se les ha cogido un cariño especial, y que queréis que os diga, pues que ahora que se acerca el final, ya sí, definitivo, pues me puede la morriña.
Pero en fin, que a lo que venimos aquí es a comentar el capítulo de la semana. Para lo demás ya habrá tiempo después. Tras la sobredosis emocional de las dos últimas entregas antes del parón, tocaba volver a reírnos a gusto. Utilizando de nuevo la estructura de los flashbacks-flashforwards, de la que han abusado ya en demasía esta temporada pero es que no quedaba otra, encontramos una sucesión de relatos pre y post borracheras gloriosas, en el pasado y en el futuro tras romper esa absurda promesa de no volver a emborracharse nunca más (yo ya he perdido la cuenta de las veces que he soltado la misma chorrada, y consecuentemente, de las veces que la he roto). La más divertida de las historias futuras ha sido la del nombramiento de Marshall como juez de la corte suprema de Nueva York (o algo así), sobre todo por ver el deterioro físico del señor Eriksenn. “Orgulloso de ser elegido Comisionado de Gotham”, juas. Y Lily no es que vaya a conservarse tampoco especialmente bien dentro de apenas seis años. Madre del amor hermoso. Una de las constantes del capítulo ha sido cómo los guionistas han jugado con nosotros en varios momentos y han conseguido que por unos instantes creyéramos lo que ellos querían que creyéramos. Lo confieso: me tragué lo del bebé de Robin y Barney y la jugada del “Weekend at Barney’s”. Así que sólo por eso, me descubro ante el equipo de guionistas de esta semana.
La búsqueda de la fórmula
secreta anti-resacas de Barney sirve de excusa para una sucesión de
meta-chistes a costa del pasado de la serie. No recuerdo un capítulo donde
hayan metido tantas referencias como este: la habilidad de Barney de salir
siempre bien en las fotos, el Tantrum, Brad, Weekend at Barney’s… y por
supuesto, el deseo carnal de Lily hacia Robin. Otro de los gags recurrentes de
la serie desde los inicios, y otro que la verdad, hubiera sido mejor que lo
dejaran sin resolver. Porque que tras todo este tiempo con esa fantasía, y que
tras un simple y casto piquito de repente a Lily le entre la neura (o se le
pase el calentón, todo hay que decirlo) y no quiera ni mencionar el tema,
traspasándole el deseo subyacente a Robin, pues como que me ha sonado a un poco
burdo y a una manera muy poco brillante de cerrar uno de los temas más
divertidos del recorrido de la serie. Pero salvo este pequeño detalle, el resto
del capítulo me ha dejado buen sabor de boca. Sin ser espectacular, ha traído
una buena ración de risas y de situaciones “typical HIMYM”. De las que nos
queda muy poquito tiempo para disfrutar. Leñes, que me vuelvo a poner
melancólico…
COMPÁRTELO
0 comentarios :