Grey's Anatomy 11X03 'Got to be real' - Review


Esta vez sí. Volvió la esencia de Grey's Anatomy. Al fin tenemos un capítulo que nos recuerda por qué nos enganchamos a esta serie y por qué nos enamoramos de sus personajes. 'Got to be real' nos lleva de vuelta a lo más profundo de sus protagonistas y nos demuestra que todavía pueden tener mucho por decir.
Este ha sido un capítulo con una vuelta a los originales. Hemos dejado de lado a la omnipresente Maggie Pierce (en cuanto a presencia, pero no su trama) y nos hemos podido centrar en los personajes que realmente nos importan. Si, es verdad que April Kepner y su embarazo están bastante desaparecidos, pero al menos hemos tenido de vuelta a Jackson, Bailey,  y el resto que parecían grandes olvidados. Ha sido un episodio coral, con tramas interesantes y coherentes con los protagonistas. Por fin han reaccionado a las circunstancias que les envuelven y no las han obviado como habían hecho con los dos capítulos anteriores. Owen se enfrenta por fin a la marcha de Cristina, la brecha entre Meredith y Derek se abre cada vez más, y Karev muestra la evolución que ha tenido desde las primeras temporadas.

Precisamente Owen ha sido uno de los grandes personajes del capítulo. Su monólogo en la escena con Callie es una de las mejores interpretaciones que he visto en mucho tiempo en la serie. Su dolor, mostrado un soliloquio lleno de matices con un sólo plano, nos trae al mejor Kevin McKidd. Por fin Owen afronta lo que supone estar sin la doctora Yang y se plantea cómo será su vida sin ella. Con este discurso el doctor Hunt se despide de Cristina y cierra una etapa para poder empezar a encontrar su lugar en el Grey Sloan Memorial Hospital por su cuenta. Con él y Callie hemos tenido también otros grandes momentos en el episodio, con su gran enfrentamiento en el pasillo y posterior reconciliación. Se abre una nueva trama Owen-Callie y un olvidado Jackson que a partir de ahora tendrá más importancia y dejará de ser un simple monitor de pasillo para dedicarse a lo que realmente le apasiona: la medicina.


La semana pasada hablábamos de cómo nos hacían falta los toques cómicos que siempre habían caracterizado la serie y justo este capítulo abría con uno de esos momentos. La conversación Meredith-Karev en la ducha y toda su trama posterior ha estado llena de gags cómicos dentro de lo que realmente es un gran conflicto dramático para Meredith: descubrir que Maggie realmente sí es su hermana. Hemos visto una inversión de papeles entre Mer y Alex, con un Karev maduro que muestra una gran evolución como personaje, y una Meredith borracha y perdida sin su 'persona', atravesando varias crisis existenciales. Aceptamos a Alex Karev como sustituto de Cristina en la vida de Meredith y lo asumimos como paso natural. Quién sabe si pronto los veremos a ambos bailando...


Y siguiendo con Meredith, la pobre no está pasando por su mejor momento. Su relación con Derek se ha visto tocada por la decisión de éste de quedarse en Seattle. Por fin vemos cómo afrontan ambos esta determinación que ya sabíamos que no iba a acabar muy bien. Derek siente que ha tocado fondo en su carrera profesional y que ya nunca podrá volver a tener una oportunidad como la que tuvo de trabajar para el presidente de los Estados Unidos. Dejó también su puesto como jefe de neurocirugía en favor de su hermana y ahora trata de arrebatarle el puesto de nuevo para sentir que algo tiene sentido en su vida. Pero Amy no se lo va a poner fácil, pues ella también es una gran doctora y pide a McDreamy que asuma las consecuencias de sus actos. Se avecina una gran tormenta en el matrimonio perfecto de Meredith y Derek. A duras penas se dirigen la palaba, y en su encuentro final, la tensión entre ambos ha subido de nivel cuando Derek le recrimina a Mer que tomó esa decisión por ella. Por fin el personaje de Derek tiene un conflicto realmente potente. Su drama es muy humano y real porque por más que la decisión fuese suya ahora está culpando a su esposa de un paso que ya no tiene vuelta atrás. Seguramente va a darnos algunos de los momentos más interesantes de esta temporada.

Arizona y Callie deberían separarse ya. Su matrimonio hace mucho tiempo, incluso antes del accidente aéreo, que no funciona. Cuando una dice blanco, la otra dice negro y así en cada capítulo. Ahora estamos en su eterna decisión de tener un segundo hijo cuando ninguna tiene el tiempo, ni parece ser que las ganas, para tenerlo. Callie va a arrancar su nuevo proyecto para los veteranos junto a Hunt y Jackson; y Robbins está sumida en su pasantía junto a la gran Geena Davis. No sabemos muy bien de dónde ha salido el personaje de la oscarizada actriz, pero cada vez que aparece se come la pantalla así que esperamos verla mucho más. Y hablando de actrices, creo que no soy la única que ve la poca química que desprenden Torres y Robbins en pantalla, ¿verdad?


Nos toca retomar de nuevo a Karev, quien su madurez profesional le crea una dura competencia a Bailey para ocupar el lugar en la junta que dejó Cristina. Alex está preparado, muy preparado. Pero por razones que todavía no conocemos, Miranda será quién ocupará la vacante. Hemos visto a un decepcionado Karev dejar el hospital; tendremos qué ver en que deriva esta trama y cómo afecta al pediatra que tanto se había preparado para el puesto.

Y por último, tenemos a Webber que por fin afronta a Maggie y logra decirle que es su padre biológico. Parece ser que ella ya lo sospechaba, pero su reacción ha sido, como todo en su personaje, salido de tono y desconcertante. La doctora Pierce no se está ganando nuestro cariño y su trama como tal se siente como la más prescindible en la serie. Es interesante ver cómo afecta en Meredith la llegada de ésta, pero ella como tal resulta más bien cansina cada vez que aparece en pantalla.

En conclusión, una muy vuelta al alma de Grey's Anatomy, con inmersiones en lo más profundo de los personajes veteranos y reacciones creíbles de éstos para con los conflictos de su entorno. Crucemos los dedos para que todo siga por este camino.

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