The Big Bang Theory 6x20 - “The Ternure Turbulence”: Review

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Por Alex Crespo: Puesto fijo. Puñaladas traperas. Escotes vertiginosos. Estos son los principales ingredientes del vigésimo capítulo de The Big Bang Theory. A ver cómo combinan…

Todo aquel que se ha movido entre el ámbito universitario sabe que ante la perspectiva de poder optar una plaza de profesor titular se dan ya no cuchilladas, sino auténticos hachazos inmisericordes con tal de conseguirla. Amigo o enemigo, no importa, cual McLeod sólo puede quedar uno. Por eso no es de extrañar la competencia feroz que se entabla entre los doctores Cooper, Hoffstader y Koothrapali. Sólo los tres doctores, porque el señor Wolowitz queda fuera de la competición por su condición de no titulado superior. Y bien que lo disfruta, viendo y picando a los tres “suricatos” para reírse a su costa… como decíamos, ante una plaza de titular no existe amistad que valga, y los tres contendientes lo van a demostrar desplegando sus mejores “habilidades” con fin de ganarse la simpatía de los miembros del comité de selección. No tenemos que olvidar al bueno de Barry Kripke, que también está metido en el ajo. Y en el arte del peloteo infame y descarado, les lleva muuuchos cuerpos de ventaja. Una de las cosas que me encanta de Kripke es que no tiene complejo alguno. Si tiene que hacer la pelota y lamer culos, se hace y además se alardea de ello. Con un par.

Las técnicas para tratar de impresionar al comité son a cual más patética. Bueno, más bien al único miembro del comité que llegamos a ver, la directora de Recursos Humanos a la que hemos conocido esta temporada, y a la que le toca, muy a su pesar, lidiar de nuevo con nuestros nerds favoritos. Especialmente con Sheldon. Porque si los intentos de aproximación de Leonard en el gimnasio (qué identificado me siento) y de Raj con su vídeo (¡90 minutazos!) son de traca, lo de Sheldon es como para que la pobre mujer salga corriendo sin mirar atrás y abandone la ciudad para siempre. Dudo mucho de que el pobre Sheldon sea racista, simplemente su más que complicada mente no alcanza a comprender que ciertas cosas no son nada apropiadas. Y si lo del dvd de “Raíces” tenía miga, el saludo rapero final casi me hizo caerme de la silla. Literal. De los mejores puntos del capítulo.

Por supuesto, como nada de esto funciona, es hora de recurrir a la artillería pesada: las chicas. Que en realidad, diabólicas tentadoras ellas, son las que han desatado toda la situación empujando a sus novios a esa competencia desenfrenada. A Raj no la ha empujado nadie, sólo una botella de vino (impagable la cara de pasmo de Bernadette ante su borrachera) y su afán de pijerío. No explotan mucho la faceta de niñato rico de Raj, pero cuando lo hacen les sale bien. Por cierto, me ha gustado mucho el montaje de toda esta parte, saltando rápidamente de una conversación a otra, ha quedado muy ágil. Y lo siento, Amy, pero si para ganar la plaza hay que recurrir a los encantos femeninos, Penny gana por goleada. Y lo sabe. No hace falta comentar ese vestido. La mirada de Raj lo hace por nosotros…

Ha sido un capítulo divertido, aunque ni de lejos pasará a la historia de la serie. Y lo que me deja un poco extrañado es que a apenas cuatro capítulos para terminar la temporada, apenas veamos avanzar ninguna trama. Aunque si lo pensamos ¿hay alguna línea argumental que nos conduzca hacia el final de la temporada? Como no sea la relación entre Raj y Lucy (la he echado de menos este capítulo), este tema de la plaza de Profesor Titular (lo dudo mucho), o una enésima vuelta de tuerca en la relación Penny-Leonard (no, por favor), no veo por dónde van a tirar los guionistas. Y espero que eso no signifique que se están quedando sin ideas. Nada detestaría más que ver estancada la serie en una cansina repetición de patrones ya vistos. O aún peor, en un alargamiento innecesario de la misma (hola, HIMYM). Veremos qué pasa en este mes que queda para despedir la sexta temporada.