How to get away with murder 1x05 - We're not friends': Review


Laurel Castillo es una de las estudiantes más misteriosas de Annalise Keating. Ya conocíamos un poco más a Wes, Connor, Michaela... y esta semana nos tocó el turno de la consentida de Frank. La más callada del grupo, la que constantemente parece guardar un secreto... Resultó tener más carácter de lo que aparentaba y pasó de ser el personaje menos interesante a uno de los más intrigantes. Hemos visto, por fin, un paso más en su relación con el ayudante de Annalise, y percibimos en ella una doble moral que resulta muy cautivadora.

El pretexto para conocer mejor a Laurel ha sido el caso semanal, que ha servido para poner a la estudiante en una encrucijada moral. Por fin la chica encuentra un caso que realmente quiere ganar, uno en el que simpatiza con el acusado. El joven que va a ser juzgado está en una muy mala posición y es aquí cuando empatizamos con Laurel porque también queremos que le absuelvan y entendemos su posición. Castillo tratará por todos los medios de interceder en el caso (aunque sea ilegalmente) para que el jurado libere a su cliente, que con tan sólo 17 años, mató a su padre después de verle abusar de su madre en repetidas ocasiones.


Es muy interesante la manera en qué se estudia a los miembros del jurado y se les hace una radiografía para saber con anterioridad cuál podría ser su veredicto. Laurel es quizás hasta el momento, la estudiante que más se ha preocupado por conocer a las personas. No obstante, a pesar de que pasan mucho tiempo juntos en situaciones complicadas, los estudiantes no parecen establecer lazos más allá de lo profesional. Ninguno de ellos trasciende al trabajo, y como bien les dice Laurel cuando están enterrando el cuerpo de Sam: no son amigos. Y, la verdad, no parece que lo vayan a ser en mucho tiempo, si no más bien se verán envueltos en una situación que les obligará a estar unidos.


No sabemos muy bien todavía cuál era el interés inicial de Frank por Laurel. Me niego a pensar que fuese una simple atracción física, si no que creo y espero que algo más profundo debe haber más allá. En este episodio hemos visto dos cosas: la primera, en el futuro, es que algo va a pasar entre ellos y seguramente la chica pedirá ayuda a su superior con todo lo que tienen encima. Y en el presente, hemos tenido ya un acercamiento claro, con beso incluido entre ambos. Algo me dice que lo que Laurel cuenta en el futuro a sus compañeros, que simplemente se acostó con Frank; no es del todo cierto ya que cuando acude en su ayuda, su complicidad parece mucho mayor.

Annalise está viviendo unos momentos muy duros. Acaba de confirmar la infidelidad de su esposo con la fallecida Lila y además se le encadenan las mentiras. Parece que hay poca gente en la que pueda confiar ya que hasta Nathan le ha dado la espalda creyendo que fue despedido por su culpa. Encontramos a una Annalise cada vez más sola, quien trata de ocultar que las fotografías del teléfono de la muerta pertenecen a su marido. Pero, ¿por qué Annalise sigue protegiendo a Sam? Su marido le ha sido infiel y mentido sobre su relación con Lila. ¿Será que hay algo que todavía no sabemos que les une irremediablemente? La cuestión es que después de la visita de Rebecca a la casa de los Keating, Wes ya está al tanto de que la fotografía del móvil se tomó en casa de Annalise. No hace falta ser muy avispado para imaginarse que fue Sam quién mandó esa foto. Sin duda alguna, y a pesar de que es al que más protagonismo han dado, Wes es el estudiante que más se aleja del público. Su comportamiento no acaba de decantarse hacia ningún nado. Titubea constantemente y parece que no sepa en qué aguas se está moviendo. Su, hasta ahora, misterioso interés en su vecina es también desconcertante. Sin apenas conocerla, miente por ella para entrar a visitarla en prisión, guarda el teléfono de una muerta... Decisiones poco acertadas que de momento lo único que le han traído es un acercamiento forzado con Annalise.


Cada vez estamos viendo más a la Annalise rota, despojada de su coraza exterior. Y no hablamos únicamente en sentido figurado, si no que cuando la profesora está en la intimidad, se deshace de toda la parafernalia exterior y queda casi desnuda frente a su marido. Personajes implacables y duros hemos visto ya muchos, pero lo más interesante de Annalise viene cuando se muestra vulnerable y parece que su esposo tiene el poder de hacerla sentir así. Conforme van pasando los capítulos me voy reafirmando en mi creencia inicial: la abogada seguramente va a tener mucho que ver en el asesinato de Sam.

Para acabar, siento repetirme hasta la saciedad pero, ¿dónde está Asher? No creo que hable sólo por mi si digo que queremos ver más de él, tanto en los flashforwards como en el presente. Un personaje tan estereotipado hasta el pedantismo extremo seguro guarda un gran as en la manga. ¡Queremos saber más de él!

La serie sigue estando a la altura de lo que se nos presentó en el piloto. Tiene momentos más relajados en los que se da un respiro narrativo, pero por lo general continua aportándonos información nueva que sigue completando el rompecabezas. Annalise se erige como motor de esta narración, pero sus estudiantes la siguen de cerca, siendo el eje central de ese futuro que se nos muestra y que cada vez nos crea más incógnitas en vez de resolverlas. La tensión se mantiene de una manera notable y se dosifica la información para llegar siempre a unos finales de infarto que hacen muy difícil el paso de la semana hasta llegar al siguiente episodio. Shondaland lo está haciendo muy pero que muy bien. Sus noches de supremacía absoluta en los jueves de ABC están funcionando a la perfección. Sus tres ficciones van viento en popa y esta semana How to get away with murder consiguió llegar a los más de diez millones de espectadores. Nada mal, ¿verdad?

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