How I Met Your Mother 9x23/24 - “Last Forever” [SERIES FINALE]: Review
Por Alex Crespo: Se terminó. Hasta aquí hemos llegado. El pub MacLaren’s da el aviso de última ronda antes de echar el cierre. Así que vamos a pedirnos una buena cerveza, la vamos a beber con los amigos, y vamos a, después de 9 años, contemplar el último episodio de How I Met Your Mother.
Es un capítulo amargo. Muy amargo. Tan amargo como en ocasiones es la vida real. En la que las cosas no siempre salen como queremos. En la que nos vemos encerrados en curros de mierda para sacar adelante a nuestras familias. En la que personas con las que teníamos un vínculo que creíamos irrompible acaban alejándose y casi desapareciendo de nuestras vidas. En la que relaciones y matrimonios se terminan rompiendo. En la que la desgracia nos sacude en forma de pérdida irreparable. En la que lo buenos y malos momentos vienen y se van. En la que en definitiva, no podemos prever qué pasará al día siguiente.
Porque pocos podíamos prever las cosas que han sucedido en el final de la comedia más comentada de la última década. Y más allá de lo que opinemos de este final, ahí sí que hay que aplaudir a Carter Bays y Craig Thomas. Porque han sido valientes. Y mucho. No nos han ofrecido un final “felices para siempre” para todos. Nos han ofrecido un retrato bastante realista de lo que es la vida de un grupo de amigos que va madurando y por lo tanto, cambiando a lo largo de los años. La verdad es que no esperaba que se decantaran por esta historia para finalizar la serie, y que como más o menos todos, estaba seguro de que en estos dos capítulos se centraría en cómo se genera la situación para que Ted contactara con la señorita Tracy McConnell. Porque The Mother finalmente está “bautizada”, con un nombre cuyas iniciales están en ese paraguas amarillo, probablemente junto con el de Gene Kelly el más famoso de la historia audiovisual. Pero de eso hablaremos después. A lo que voy, que en lugar de ir a lo previsible han optado por arriesgar. La cuestión es si les ha salido bien la jugada.
No es muy habitual que en una serie de estas características se viva el divorcio de una de las parejas protagonistas. El matrimonio de Robin y Barney ha durado tres años, pero para nosotros apenas quince minutos. No soy el único al que nunca le ha gustado la pareja Robin-Barney, y opino que parte del bajón experimentado por la serie durante las últimas temporadas ha venido por el empeño en centrarse en este emparejamiento, sobre todo por lo que ha conllevado en la transformación de ambos personajes. Robin quedaba prácticamente anulada, y la transformación de Barney le quitaba toda la magia y el carisma que definió a este personaje en los inicios. Y sobre todo, es que por mucho que insistieran, se veía claro que eran dos personas que no encajaban. Pero no esperaba que los guionistas compartieran mi opinión, y menos tal y como se ha venido desarrollando la serie en estas últimas temporadas. Y es que uno de las cosas más nos han dejado fuera de juego a algunos han sido los tiempos con los que se maneja el capítulo: ¿dos años –o más- dedicados a la relación y boda de Robin y Barney para en apenas quince minutos de capítulo se separen? Más adelante con todo el tema de The Mother volveremos sobre esto, pero digo que ha dejado una sensación extraña. El divorcio de Robarney marca el punto de inflexión en una panda que nunca volverá a ser la misma, y de la que Robin se irá alejando cada vez más. A lo largo de los años, veremos cómo Marshall y Lily viven su vida familiar con altibajos, como les pasa a todos. Cómo Barney volverá a ser el Maestro del Ligue hasta que realmente aparezca la mujer de su vida, literalmente, entre sus brazos. Cómo Robin volverá a centrar su vida en su trabajo. Cómo Ted le pide matrimonio a Tracy mientras están doblando calcetines. Y en definitiva, cómo las personas cambiamos a lo largo de los años movidos por nuestras circunstancias. Como he dicho antes, la vida misma.
Esa vida en la que, en un momento, alguien conoce a la chica de tus sueños. Y que lo será hasta que la muerte les separe. Lo que nos temíamos sucede: Tracy, The Mother, muere. Y otra vez vuelvo a tener esa sensación extraña en cuanto a las forma de emplear los tiempos en este capítulo final. Porque, aunque lo podíamos imaginar, nos quedamos sin Tracy en apenas una frase. Y sí, hemos podido ver varios momentos de la vida feliz que han compartido juntos, y por boca de Ted sabemos que Tracy y él se han querido por encima de todas las cosas y a pesar de todas las dificultades. Pero precisamente por eso, y por toda una temporada en la que han conseguido que nos enamoráramos de Tracy, me hubiese gustado saber más de cómo se enamoraron ellos dos. Porque vale, por fin hemos sabido cómo Ted conoció a la futura madre de sus hijos, en ese andén de Farmhampton, bajo ese paraguas amarillo que rememora un lejano día de San Patricio. Pero me ha faltado el siguiente paso: cómo Tracy se convierte en The One. Cómo Ted se da cuenta de que es la mujer con la que quiere casarse, los primeros pasos en la relación, cómo consigue que Tracy decida dar el paso con él, y viceversa. Porque a lo mejor no ha habido ninguna cita mágica, y ni falta que ha hecho. Todo eso nos ha sido escamoteado, y la razón se comprende viendo el final definitivo. Una cosa que me ha sorprendido, y me ha gustado, es el detalle de que Ted y Tracy se tiren cinco años viviendo en pecado con dos niños antes de casarse. Para mí es el reflejo de la evolución de Ted y la madurez que le aporta Tracy. El eterno romántico de planes y gestos desmesurados, no necesita nada de eso para ser feliz con su pareja, y una boda sencilla entre semana le es más que suficiente. Eso es el amor, eso es la vida normal y corriente.
Pero poco de esto importa. Porque al final, Tracy, The Mother, no ha resultado ser sino un maravilloso macguffin. En principio ella era la meta, pero lo realmente importante ha sido el viaje. Y ese viaje ha supuesto que la historia de cómo conocí a vuestra madre resulta ser, y siempre lo ha sido, la historia de cómo me enamoré y sigo enamorado de la tía Robin. Porque el sorpresón mayúsculo, y el que pocos salvo los más fervientes defensores de la pareja Ted-Robin imaginaban, ha sido finalizar la serie tal y como empezó. Así que sí, la serie ha sido siempre, y será, la historia de amor entre Ted y Robin. Tras años de idas y venidas, de Victorias, de Stellas, de Kevins, de Barneys, incluso de The Mother, de broches, de luces de navidad a ritmo de Highway To Hell, y de tubas azules, el círculo se completa. ¿Era lo que esperábamos? Seguro que no. ¿Era lo que deseábamos? Pues algunos sí, otros no, otros lo deseábamos hasta conocer a Tracy… Pero lo cierto es que al final ha sido así, y por fin Lindsay Fonseca y David Henrie pueden gritar a los cuatro vientos lo que saben desde que ya hace 8 años grabaran esa escena en la que han empujado a su padre en brazos de la tía Robin. Efectivamente, el final de la serie llevaba muchos años grabado, y por tanto, el “giro” no lo ha sido tanto para los que manejaban los hilos de la serie. Pero volvemos a lo de antes, el manejo del tiempo. Esto hubiera sido genial hace dos, tres años. Pero ahora, tras toda la barrila con Robin y Barney, todas esas temporadas pretendiendo demostrarnos que son una pareja ideal y que la historia entre Ted y Robin estaba superada, pues qué queréis que os diga, en apenas dos minutos volver sobre ella como cierre de la serie me ha cogido con el pie cambiado.
Entonces, ¿me ha gustado el final de How I Met Your Mother? Pues tras varios días después de haber visto el capítulo, aun soy incapaz de dar una respuesta coherente. Una cosa es segura, indiferente no me ha dejado, e imagino que a todos vosotros os pasará igual. Han sido muchos años siguiendo la serie, y ahora mismo me siento incapaz de dar un veredicto firme sobre su final. Pero nos guste más o menos, es el que es. Ted Mosby y Robin Scherbatsky han recorrido un largo camino desde que un día Barney Stinson jugara a “¿conoces a Ted?”, una camino que ha terminado por unirles, suponemos, para siempre, gracias a una tuba azul. Y con esa tuba azul les despedimos. No os engañéis, les vamos a echar de menos. Pese a lo mucho que hayamos podido criticar el bajón de la serie los últimos años, el que hayamos seguido al pie del cañón hasta el final demuestra que los muy puñeteros nos engancharon. Y que no hemos podido soltarlos. Y que por mucho tiempo diremos legen… wait for it… dary. Y que chocaremos los cinco. Y que finalizaremos cualquier chorrada que contemos con un “True Story”. Y que sonreiremos al ver un paraguas amarillo por la calle. Así que sólo puedo decir GRACIAS. Gracias Ted. Gracias Robin. Gracias Marshall. Gracias Lily. Gracias Barney. Gracias Tracy. El viaje ha merecido la pena. Sed felices.
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