The Big Bang Theory 7x17 - “The Friendship Turbulence”: Review


Por Alex Crespo.
¿Howard y Sheldon mejorando su relación? ¿Amy de compinche de citas de Raj? ¿Y qué le pasa al coche de Penny? ¿Por qué ya no respira? ¡¡¡Trata de arrancarlo, Carlos!!!

Curiosidades de la vida, en la reseña de la semana pasada pedía yo que hubiera más intercambio de parejas habituales en Big Bang Theory, y justo de eso hemos tenido alguna dosis esta semana. Porque no es muy frecuente que tanto Sheldon y Howard como Raj y Amy compartan tramas. ¿Qué es lo malo? Pues que al tener que encajar tres tramas en 20 minutos realmente no hay tiempo real para desarrollar ninguna de ellas adecuadamente. Una de las cosas que me viene sucediendo últimamente con The Big Bang Theory es que el final de cada capítulo me pilla de sopetón. Se me queda la sensación como si a mitad de escena hubiera caído el telón cortando la escena a la mitad. Lo mismo he sentido esta vez sobre todo con el tema de Howard y Sheldon en el avión. Me he quedado en plan “¿Ya? ¿Este es el chiste final del capítulo?” Es difícil combinar a siete personajes más o menos fijos, y creo que eso está resintiendo las tramas en general.


La enemistad más o menos manifiesta entre Sheldon y Howard ha sido una constante desde el inicio de la serie, y ahora sabemos por qué. Siempre había creído que se basaba en la condescendencia y el desprecio de Sheldon hacia las profesiones “menores” como la de ingeniero, desde el pedestal de superioridad del dos veces doctor Cooper. Pero ahora vemos que todo se basa en un pequeño comentario de Howard hacia el aspecto físico de Sheldon lo que desencadena todo. Por suerte, uno de los dos es un poquito más evolucionado que un niño de siete años, y Howard intenta hacer las paces con Sheldon llevándole a las instalaciones de la NASA en Houston. Aquí está el segundo quid de la cuestión: Sheldon no soporta la idea de que Howard, un inferior a sus ojos, haya cumplido su sueño de infancia mientras que él no. La reacción de Howard es más que comprensible, y yo también le hubiera enviado a paseo tras tanto desprecio. Pero las previsibles turbulencias (venga ¿en serio había alguien que no se las esperara en cuanto se les vio en el avión?) hacen que acaben fundidos en un apretón de manos. Es este final anodino y previsible lo que le baja la nota a la trama, mejor planteada que resuelta, cuyo mejor chiste está en el temor de Sheldon a ser enviado a algún país de Sudamérica como parte de una broma pesada. No hubiera estado mal, no…


Por otro lado, seguimos a vueltas con dos carreras de momento abocadas al fracaso: la actoral de Penny y la sentimental de Raj. Por supuesto, viendo cómo plantean ambos sus opciones, normal que anden así. Raj ligando sobrio es mil veces más lamentable que Raj ligando borracho. Por lo menos no soltaba esas cursiladas que normal que echen para a tras a cualquier chica con dos dedos de frente. Y encima, en esta ocasión hay una víctima colateral: Amy, quien había conseguido por fin hacer una amiga sirviendo de compinche a Raj. Vale que se le de mal el contacto personal con las chicas, pero de ahí a no ser capaz de escribir un mísero correo, va un trecho. En fin, otra piedra más en el largo camino de humillación llevado esta temporada. Por supuesto, destaco el cambiazo tremendo de Amy en lo que a las relaciones sociales se refiere. Un aplauso, sí señor. La carrera de Penny tampoco tiene muchos visos de mejora, y rechazando papelazos como la secuela de “Serial Apist” no es que vaya a encauzarse precisamente. Ni las facturas se van a pagar solas. Ni el coche se va a arreglar sólo. Así que toca agachar las orejitas y volver al Cheescake Factory. Salvo que tu generoso novio te regale un coche para poder ir a las audiciones y conseguir así ese ansiado papel. El coche sigue sin pagar las facturas, pero el gesto es de lo más hermoso. Curiosamente, en esta ocasión sí que me ha gustado cómo se ha llevado la historia entre ambos, mucho más que en anteriores episodios. No os puedo decir por qué, simplemente salí con esa impresión, a ver si se mantiene. Y antes de terminar esta review, quisiera dedicar un respetuoso minuto de silencio al coche de Penny. Nos ha dejado tras siete años con la lucecita de revisar el motor encendida. Siempre se van los mejores. Amén.

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