Breaking Bad 4x03 - "Open house": Review

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Lenta pero imparable, "Breaking Bad" avanza. La oscura tónica de esta temporada se va haciendo patente en cada uno de los personajes, y en este 4x03 - "Open house", toman especial protagonismo las hermanas Skyler y Marie, quienes deben adaptarse al avance de las situaciones, intentando, cada una de ellas, capearlas con sus particulares métodos. ¿Qué os ha parecido el episodio?

Bajo vigilancia.

Pese a que este ha sido el episodio de Marie e Skyler, no podemos olvidarnos de Walt. Su primer intento de acabar con Gus ha sido un fracaso, y el hombre regresa a la rutina del laboratorio, con su ojo morado, desolado.

Pero entre máquinas y químicos él siempre ha sido el rey, así que es capaz de esbozar una sonrisa cuando llega, se sirve un café y se prepara para comenzar un nuevo día de trabajo. Una sonrisa que desaparece enseguida cuando se da cuenta de que Gus ha instalado una cámara de vigilancia.

Eso, lo que Walt denomina "violación del espacio de trabajo" (como si pudiese denunciarlo a un sindicato o algo) no va a ayudar para nada con la creciente paranoia del ex-profesor, pero el hombre trata de olvidar la amenaza que pende sobre su cabeza cuando está delante de su esposa, y finge que todo está bien. Y, como parte de esa ficción, decide afrontar junto a ella el asunto que ha estado evitando: el lavadero de coches.

Ajuste de actitud.

Para Skyler parece haberse convertido en algo personal. La mujer no está dispuesta a perder en su primer "movimiento" en el mundo del crimen, y ni la negativa del dueño del lavadero, ni las propuestas de Saul, ni los tímidos "Bueno, Skyler..." de Walt van a detenerla. Y por eso, intentará "motivarle" de modo menos legal.

También tiene que convencer a Walt, pero eso no es complicado. Cuando dice que el dueño del lavadero le llamó "poco hombre", Walt, quien se siente frustrado por ser incapaz de llegar a Gus y acabar con él, ve la oportunidad de aplastar a otro "enemigo" y resarcirse.

Y, mientras limpia los biberones de la pequeña de los White, una mirada al desagüe le da la solución. Engañar al hombre haciéndole creer que deberá renovar su negocio, usando a alguien que se haga pasar por un inspector del gobierno. Sencillo, brillante y de efecto rápido. El hombre no tarda en llamar a Skyler, prácticamente suplicándole que compre el negocio. Ella, saboreando la venganza, se atreve incluso a bajar la oferta, algo que seguro revuelve las entrañas del hombre, que se ve obligado a aceptarla.

Trabajar "juntos" en esto (ya que, prácticamente Skyler lo hizo sola) parece estar acercando a la pareja, pero la tensión entre ambos sigue presente. Y ahora que ya están dentro del negocio, la paranoia de Walter parece haberse contagiado a Skyler, y su celebración se convierte en discusión por la botella de champagne. Va a ser muy divertido ver a estos dos trabajando juntos.

Decadencia.

Jesse, por su parte, no parece demasiado preocupado por la vigilancia de Gus, y es comprensible, tiene sus propios problemas. El haber asesinado a Gale le está destrozando por dentro, y ya ni siquiera su fiesta perpetua, que ha degenerado en un desastre, causando robos y destrozos en su ahora irreconocible casa consiguen distraerle del dolor y la culpa.

Intenta buscar ayuda y distracción en Walt, intenta conseguir algo de adrenalina yendo a los karts, intenta muchas cosas, pero ninguna es suficiente. Ya nada de lo que puede conseguir con dinero le sirve, y por eso lo regala, lo desperdicia, no sabe qué hacer con ello. Está entrando en terreno muy peligroso, hundiéndose cada vez más, y no sabemos dónde está el fondo. Pero, a este ritmo, acabaremos descubriéndolo.

Otras vidas.

Por su parte, Marie está sufriendo de mala manera el desprecio de Hank, y eso está saliendo por otro lado. Sus inclinaciones cleptómanas han vuelto, y se dedica a robar en muestras de casas en venta. Aprovechando esto, Marie se hace pasar por otras mujeres, inventando otras vidas, saboreándolas un instante, soñando que no sufre el desprecio de su marido, que tiene una vida más sofisticada, un poco trágica pero satisfactoria para ella.

Por desgracia sus aventuras en "casas abiertas" no tardan en llegar a su fin cuando roba una cucharilla, cuya desaparición es fácilmente notable, y que hace que, pese a luchar con uñas y dientes, la mujer termine en comisaría, llorando y rogando la ayuda de su marido.

Back in the business.

Finalmente, Hank continúa en su línea, preso de las limitaciones derivadas del tiroteo, tratando de recuperarse, volcando toda su frustración en su esposa. Pero parece que, cuando ella retoma sus malos hábitos y se ve obligado a ayudarla, se ablanda y cae en la cuenta de lo que está provocando con su desprecio.

Uno de los conocidos de Hank en la policía se da cuenta de lo mismo, y decide dar al convaleciente Hank algo en lo que entretenerse, y que al mismo tiempo es de utilidad para la comisaría. Y, aunque al principio es reticente, termina aceptando el cuaderno de Gale, algo que pondrá a Hank tras la pista de Heisenberg de nuevo. Tras la pista del hombre que provocó que acabase postrado en una cama sometido a la tortura diaria de la rehabilitación.

Opinión.

Últimamente se leen bastantes críticas a la serie remarcando que el ritmo está siendo muy lento. Pero es fácil darse cuenta de que no es así. Las escenas son pausadas, reflexivas, pero en cada una de ellas ocurre algo que conduce a la siguiente. ¿La trama de Marie robando es de relleno? No, porque desemboca en que Hank vuelva a encontrar el rastro de Heisenberg. Y una pequeña escena como ver a Skyler limpiando biberones termina siendo decisiva para dar carpetazo a una trama, la de la compra del lavadero.

No es nada nuevo, pero vuelve a quedar claro que cada segundo está meditado y puede resultar decisivo para lo que vendrá. Por eso, hay que ver la serie como siempre, disfrutando sus escenas mientras vamos viendo esa progresiva oscuridad ir tomando el control.

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